Adaptación un poco libre mezclando la torre del pantano y algunos hechos de la primera aventura de la orden del libro.
Robleda. Año 14 de la E.E
Diario del Clérigo de Valion. Marius de Olmeda
Hace dos días que llegamos a Robleda después de nuestro último viaje a Visirtán, para "adquirir" ciertos manuscritos importantes para la orden. Tras este viaje pensábamos descansar un poco, rezar a nuestro dios en mi caso y en el de mi amigo Paet y gastarse toda la paga, en el caso de Madreselva y nuestro compañero el Elfo.
Pero el clima de excitación en la ciudad, provocado por los fanáticos de Velex que predican todo el día a las puertas de la Orden, y que nos acusan de cosas como nigromancia y magia negra, nos ha impedido salir hasta hoy, en el que hemos acompañado al Prior de la orden a la reunión del concejo de la ciudad.
Allí, Paet ha tenido sus mas y sus menos con el capitan de los Templarios de Velex (Cletus) y si no llega a ser por la mediación de nuestro prior y del sumo sacerdote del dios, seguramente hubiesen llegado a las manos. Ese carácter que tiene Paet nos va a traer problemas en el futuro...
El primer problema ha llegado, la orden nos ha encargado que vayamos a buscar a un explorador al gran pantano, volvió hace unos días diciendo que había encontrado al malvado Cartaramun, que estaba en una vieja torre al sur de la ciénaga. Se le envió a vigilar sus movimientos, y no ha vuelto.
Hemos partido al alba, y tras un cómodo camino al oeste del Pasoraudo hemos cruzado el río al medio día. Llegando tras unas horas de camino al gran pantano, pasaremos la noche en sus alrededores y mañana nos adentraremos a buscar al explorador.
Al alba nos adentramos en la ciénaga, y tras unas horas de busqueda encontramos el rastro de kobolds, cerca de lo que parecen los restos del campamento de nuestro de explorador. Seguiremos el camino, pero de forma mucho mas sigilosa.
Al caer la tarde, vemos una torre en el centro de un claro, y fuera, en una hoguera un grupo de 4 kobolds vigilando, 2 con arcos y dos con espadas. Preparamos nuestras armas, y Madreselva nuestro saqueador especialista en lanzar dagas, se acerca a ellos sigilosamente, logrando llegar a unos metros sin ser detectado. Tras rezar al gran Valion este me concede el poder de silenciar a esas criaturas de Penumbra, así nuestro elfo dispara sus flechas y Madreselva lanza su daga. Comienza el combate y tanto Paet como yo cargamos con nuestras armas. Pero al final, se convierte en una melé, y no en la masacre limpia, rápida y silenciosa que habíamos planificado. Así que cuando acabamos con los Kobolds nos damos cuenta que seguramente sus compañeros estén avisados por el jaleo.
Al observar por la puerta, vemos que hay una figura oscura jaleando a otros cuatro kobolds para que nos ataquen. Cuando notamos que salen, les tendemos una emboscada, y mueren en un santiamén, pero no conseguimos capturar al clérigo oscuro que los lideraba.
Nos adentramos en la torre, encontrando un par de jóvenes acólitos de Orcus, que no representan un gran problema para nuestras experimentadas armas. Interrogando a uno de ellos, descubrimos un acceso a los sótanos de la torre, donde oscuros cánticos y lúgubres gritos suenan. ahogados por los anchos muros y puertas de la ruinosa torre.
Poco a poco avanzamos, y damos buena cuenta de otros tres jóvenes acólitos, y al final encontramos al maldito Cartaramun torturando al explorador de la orden en una gran cámara. Tras dar buena cuenta de el. seguimos avanzando hacia un oscuro pasillo, labrado en la misma tierra donde se asienta la torre, al final, una gran puerta de piedra con oscuros símbolos.
Nunca olvidaré el gran mal que vi tras pedir a mi dios que me concediera la visión verdadera. Nunca antes vi tan grande maldad. Así que, dejamos lo que fuera que estuviese tras la puerta, y volvimos al plan inicial de Madreselva, de quemar todo aquello (solo que Madreselva lo propuso antes de rescatar al explorador y con Cartaramun y los acólitos dentro) quemamos la torre, que se derrumbo sobre sus cimientos, dejando encerrado, esperemos que para siempre, el mal que habita bajo ella.
Estabilizamos al explorador, y decidimos salir de allí lo antes posible, cargando nuestro botín en una recua de mulas que encontramos cerca de la torre.
Hoy es un día triste, cuando al anochecer llegamos al Pasoraudo y cruzamos, hacia el sur, en el cielo, se veía el reflejo del fuego, avanzamos durante toda la noche, constatando a cada paso que era nuestra querida ciudad de Robleda la que ardía. Paet, muy lucidamente, decidió esconder todas las cosas que llevásemos que nos relacionaran con la orden del libro.
Se acercó el elfo a la ciudad haciendose pasar por comerciante, y al hablar con los guardias confirmó nuestras peores sospechas, Cletus se habia hecho con el poder de toda la orden de Velex, y tras quemar por nigromancia al sumo sacerdote de Velex en la ciudad, ese fanático enardeció a las masas, y atacó junto con sus templarios el edificio de la orden. matando a todos los que allí se encontraban.
Por los contactos de Madreselva en el gremio de ladrones de la ciudad, conseguimos algunas provisiones, y partimos hacia mi ciudad natal, Olmeda, donde mi orden nos podrá quitar de la circulación un tiempo, no llamaremos demasiado la atención de Cletus y sus fanáticos.
EPILOGO
Llevamos varios meses en una casa de campo cerca de Olmeda, que perteneció a la familia de uno de mis maestros en la orden de Valion. Cuando el explorador de la orden, llamado Iacobus, se recuperó de sus muchas heridas, recogió los libros que habíamos recuperado de la torre, y partió. Nos dijo que no solo la orden estaba preocupada por ciertos hechos que estaban sucediendo en el mundo, y que los clérigos de Orcus y los fanáticos como Cletus, no son los seres mas oscuros que habitan en nuestro plano. Prometió ponerse en contacto con nosotros cuando necesitara ayuda y nos dijo que nos mantuviésemos unos meses mas aquí escondidos y se marchó, hacia el oeste.
Hasta hoy, que nos ha llegado una carta suya, a través de un correo militar del ejército del oeste.
Continuará....
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